Argentina, Chile y Colombia son los tres países que han sufrido las peores devaluaciones de sus monedas en lo que va de este año frente al dólar.
En cambio México, no ha visto grandes turbulencias en el mercado cambiario, mientras que el real brasileño y el sol peruano no han recibido el golpe hasta ahora y, por el contrario, se han apreciado en los primeros seis meses de este año.
Que la moneda de un país se deprecie hace que aumente el precio de los productos importados, aumenta la inflación y encarece el pago de las deudas en dólares, una situación que puede generar presiones fiscales en los países que vaciaron sus arcas para enfrentar la pandemia y actualmente tienen muy poco margen de maniobra.
La apreciación del dólar se da en medio de un rápido aumento en las tasas de interés, que en Latinoamérica ha sido especialmente veloz, una medida que busca controlar la inflación pero que, al mismo tiempo, le pone un poco de freno al crecimiento.
¿Por qué se han devaluado tanto las monedas de Argentina, Chile y Colombia? Aunque comparten un telón de fondo común en el frente internacional, cada uno tiene sus propias razones internas que han contribuido a la depreciación de sus monedas.
Argentina
El peso argentino encabeza el Rankin de las monedas más depreciadas en Latinoamérica durante la primera mitad de este año entre las mayores economías de la región.
Sin duda la actual pérdida de valor de la divisa es parte de una tendencia histórica. Tras décadas de crisis económicas, con recurrentes ciclos inflacionarios, los argentinos no confían en el peso como moneda de reserva, y optan por refugiarse en el billete verde.
El peso argentino se creó hace 30 años con la intención de estabilizar la moneda tras un período de hiperinflación y durante una década valió lo mismo que un dólar estadounidense, gracias a una ley que equiparaba a ambas monedas.
Hoy un peso equivale a menos de un centavo de dólar (contrastado contra el dólar del mercado libre ni siquiera llega a medio centavo).
“El motivo de esta tremenda devaluación, una de las peores del mundo, se resume en una sola cosa: falta de confianza”, explica Verónica Smink, corresponsal nacional.
En los últimos años, agrega, a los problemas macroeconómicos se han sumado cuestiones políticas que han acelerado el proceso de devaluación.
La derrota electoral del expresidente de centroderecha y amigo de los mercados, Mauricio Macri, en 2019, generó una disparada del dólar.
Y, más recientemente, las peleas públicas entre el actual mandatario Alberto Fernández, y su poderosa vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner -que llevaron a la renuncia el pasado 2 de julio del ministro de Economía-, también han generado incertidumbre, provocando una nueva alza.
Así también lo argumenta Ricardo Delgado, economista y presidente de la consultora Analytica, para quien “el trasfondo de la depreciación tiene que ver con la crisis política que existe en Argentina dentro de la coalición gobernante”.
Fernández y Kirchner, agrega, tienen dos visiones muy opuestas sobre la política económica y, particularmente, sobre cómo enfrentar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Mientras el mandatario está a favor de continuar con el acuerdo firmado en marzo, la vicepresidenta está claramente en contra, explica.
En ese escenario y con una economía que ha emitido mucha moneda en los últimos dos años producto de la pandemia, “hay muchos pesos circulantes que, en un contexto de aceleración inflacionaria y de incertidumbre política, hacen que las personas deseen refugiarse en el dólar como reserva de valor”.
Argentina tiene una inflación interanual cercana al 62% y las proyecciones hacia fin de año apuntan a una subida mucho mayor.
Chile
La moneda chilena venía debilitándose frente a la divisa estadounidense, pero cuando marcó momentáneamente un récord histórico de 1.000 pesos por dólar el 6 de julio, provocó un fuerte debate sobre qué está ocurriendo en el mercado cambiario.
El peso chileno es la segunda moneda que más se ha depreciado en 2022 entre las grandes economías de América Latina, después de la divisa argentina.
El Presidente Gabriel Boric declaró que el aumento del dólar “es tremendamente preocupante” y argumentó que una de las principales razones “es la baja del precio del cobre producto de dos factores que son externos a lo nacional”.
“Uno, es la perspectivas de recesión en Europa y Estados Unidos, que recién se van a aclarar en la próxima reunión de la Reserva Federal, que todavía tienen un tiempo, y además el proceso que todavía sigue China con el cierre de ciudades que ha bajado la demanda de cobre”, precisó.
Junto al escenario internacional, Boric advirtió que “también hay factores internos y en esto la incertidumbre, sin lugar a dudas, contribuye”, refiriéndose al plebiscito del 4 de septiembre en que el país decidirá finalmente si aprobar o rechazar la propuesta de nueva Nueva Constitución elaborada por una Convención Constituyente elegida por voto popular.
Leonardo Suárez, director de Estudios de LarrainVial, una firma de servicios financieros, sostiene que la principal razón de la escalada del dólar en Chile es el aumento del déficit en cuenta corriente, es decir, que el gasto en las importaciones de bienes y servicios es superior a los ingresos por las exportaciones.
Este déficit, agrega, fue impulsado por un “exceso de gasto” el año pasado, en el contexto de una inyección de liquidez masiva -tanto por las ayudas fiscales a raíz de la pandemia, como por el retiro anticipado de los fondos de pensiones.
La depreciación cambiaria, dice, ya venía desde fines de 2019, cuando en medio del estallido social se logró un acuerdo político para cambiar la Constitución. A partir de ese momento, afirma, “se produjo un castigo al tipo de cambio”.
Y en el último mes, ocurrió una abrupta caída del precio del cobre, provocando una mayor depreciación del peso chileno frente al dólar, dado que el 56% del total de las exportaciones chilenas son cobre.
“Esto genera un shock de expectativas en los mercados y por eso le pasan la cuenta al peso chileno con más fuerza que a otras monedas”.
Todo esto ocurre cuando cada día crecen más los pronósticos sobre una eventual recesión global, un panorama que afecta al precio del cobre y, por lo tanto, los ingresos que recibe Chile.
Colombia
La moneda colombiana “se ha devaluado más que la mayoría de sus pares en América Latina”, dice Ricardo Ávila.
Efectivamente, el peso colombiano ocupa el tercer lugar del Rankin después de Argentina y Chile.
Además del contexto internacional que ha empujado a grandes inversores a refugiar sus capitales en activos menos riesgosos, “en el caso de Colombia hay un elemento extra que tiene que ver con el riesgo político”, explica Ávila.
Desde su perspectiva, existe preocupación por la llegada de Gustavo Petro al poder, en la medida que ha entregado el mensaje de que Colombia va a depender cada vez menos del petróleo, que es el principal producto de exportación.
Ante la perspectiva de que Petro no va a firmar nuevos contratos de exploración petrolera, por ejemplo, las proyecciones muestran, señala Ávila, que en 2026 Colombia tendría que empezar a importar gas y en 2028 Colombia tendría que empezar a importar petróleo.
Si se hace realidad esa promesa, existe el temor de que Colombia enfrente un déficit de divisas y devaluación, explica.
“En el último mes el peso colombiano se ha devaluado mucho y eso coincide con la elección de Petro”.
Otros observadores argumentan que eso no es tan así porque los papeles de deuda de Colombia no se han desvalorizado. Ahora bien, específicamente en el tema cambiario, dice el experto, “si la percepción es que habrá un menor ingreso de dólares, eventualmente eso incide en la tasa de cambio”.
El único país que marca una clara tendencia contra la corriente es Uruguay, cuya moneda se ha apreciado más de 10% en 2022 respecto al dólar.
El peso uruguayo repuntó desde que el Banco Central de ese país anunció el 17 de mayo que planeaba elevar su tasa de referencia al menos 100 puntos básicos a 10,25% a mediados de agosto, como una de las medidas para contener la inflación.
La moneda también está recibiendo un impulso por el auge de las exportaciones de productos básicos agrícolas como la carne de res, la pulpa de madera y la soja, en un contexto de aumento del precio de las materias primas como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania.
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