El Perú, se encuentra dividido entre el cansancio de seguir soportando la corrupción que ha generado la sucesión de presidentes denunciados y la desesperación por no permitir que el terrorismo resurja en el país.
Para el pueblo peruano el comunismo es sinónimo de terrorismo, sinónimo de sufrimiento, pero sobre todo de manipulación hacia ciudadanos desesperados y jóvenes de este nuevo siglo que desconocen la historia de sufrimiento, lucha de nuestros abuelos y padres en épocas de terrorismo durante el período entre 1980 y 2000.
En las últimas semanas luego de la destitución del ex presidente Castillo, el país se sumergió en protestas que pedían el adelanto de elecciones y cierre del Congreso, un reclamo justo ante el cansancio mencionado. Pero el panorama cambió cuando las protestas se convirtieron en actos de vandalismo, destrucción de edificios del gobierno, daños al sector privado, cierre de carreteras que no solo generaban daños económicos, también robos y violencia.
En cuestión de horas el país se sumergió en violencia, se generaba terror entre la sociedad, asociada a caos. Se buscaba generar Anarquía, el mensaje era claro, se escuchaba un reclamo de la liberación de Castillo, mostrándose como la víctima del gobierno, se negaba la existencia de un golpe de Estado y a esto se sumó el apoyo de países como México, Colombia, Argentina Ecuador y otros que desconocían las decisiones del pueblo peruano para retomar su tranquilidad. Si bien el pueblo peruano, sigue manteniendo un gran aprecio hacia el pueblo mexicano, colombiano, argentino y ecuatoriano, no podemos negar que los pronunciamientos de sus presidentes generaron mucha pena, fastidio y rechazo.
Si ponemos a la historia como testigo, debemos de recordar que estás mismas acciones ya fueron usadas en otros países de Latinoamérica en donde, hoy gobiernan líderes que apoyan al comunismo. Una señal de desesperación por retomar el poder por parte de la misma ideología del comunismo.
Ante esto se emitió la orden de un decreto supremo en donde se declaró al país en estado de emergencia. Desde su anuncio, las fuerzas armadas salieron a las calles a las zonas en donde el caos y el vandalismo ya se habían salido de control. Logrando recuperar progresivamente, aeropuertos, carreteras y ciudades, estableciendo la seguridad y la tranquilidad para el pueblo.
En Lima y en las provincias, policías entre mujeres y hombres, fueron aplaudidos y apoyados por el pueblo, que comenzó a respaldarlos. Una señal para la imagen de la Policía Nacional que en los últimos años y aún más durante el Gobierno del ex mandatario Castillo se había deteriorado. La Policía Nacional no era bien vista por el pueblo, mientras que por el ex presidente eran humillados.
El estado de emergencia le permitió demostrar a la Policía Nacional y al Ejército su defensa de la democracia. Actualmente vigilan todas las carreteras y edificios con sospecha de violencia tanto en Lima y otras provincias. Logrando interceptar armamentos violentos que incluyen bombas caseras, identificando a líderes relacionados al terrorismo, que movían las masas de violencia. Descartando toda mentira y deshaciendo la idea de victimismo.
El Perú ha despertado y la voz de no permitir que surja el terrorismo es muy fuerte. El pueblo rechaza, toda acción y protesta que genere violencia, desde los comerciantes, personas humildes, madres, padres, jóvenes que están abriendo los ojos, exhortando a la ciudadanía que ejerzan su derecho a la protesta de forma pacífica, respetando y sin atentar contra el bienestar de las personas.
Las redes sociales se convirtieron en nuestros principales canales de apoyo, comunicación y difusión, mostrando una lucha interna en donde un país dice “NO MÁS COMUNISMO”.