El apetito por viajar es desbordado. Los trotamundos de Latinoamérica han retomado sus itinerarios postergados durante la pandemia, pero, esta vez, con la consigna irrenunciable de disfrutar cada momento al máximo.
Esto reposiciona al bleisurecomo una tendencia dominante, impulsada por los nómadas digitales que se deleitan al conocer la cultura local de los destinos que visitan, mientras se mantienen activos en su dinámico ritmo de trabajo.
De acuerdo con información de Site-Minder, el 36 % de los viajeros de todo el mundo planea trabajar en algún momentode su próxima travesía; esta cifra llega al 49 % al considerar a los viajeros más jóvenes (de la Generación Z). La combinación de viajes de placer y negocios se acentuará el próximo año.
La búsqueda del bienestar también ocupa un lugar preponderante entre las preferencias de viaje en Latinoamérica. Y esto es mucho más visible entre las generaciones más jóvenes, que como explica Gastón Käufer Barbé, CEO de Toucan Insights, ven de un modo mucho más claro y consciente el respeto por el medio ambiente y las culturas locales: “con una especie de carpe diem o lujo experiencial, que actúa de manera opuesta a las elecciones de las generaciones más adultas, caracterizadas por el individualismo y el lujo material”.
Los ases del turismo han hablado. Las preferencias de los viajeros apuntan a acelerar el ritmo en múltiples sitios de la región; hecho visible en la integración del ranking “Los 10 mejores destinos de Latinoamérica” en 2023, que, por primera vez, considera a los países que desbordan el anhelo de aventurarse, por placer y negocios, en nuevos horizontes.