Ruido: El “Impuesto rosa” del Periodismo en México

Marisela Escobedo, la emblemática activista social mexicana que recibió el “tiro de gracia” que culminó con el dolor desgarrador que sentía, tras el Feminicidio de su hija Rubí, frente al Palacio Municipal de Chihuahua en 2010, mientras protestaba contra la injusticia, parcialidad, imprecisión e incertidumbre vinculadas a dicho caso.

Hace poco, fue representada por Abril, su álter ego fílmico en la película: “Ruido” de Natalia Beristáin, una de las cineastas que ha empoderado el Cine de Denuncia Social a nivel internacional con gran éxito. Esta, una de sus últimas creaciones visibiliza sin “filtro” las desapariciones y feminicidios en México.

Esta obra, fue ganadora del VIII Premio de la Cooperación Española en la 70ª edición del Festival de San Sebastián (2022). Aunque no es la única cinta que rinde homenaje a Marisela, también lo hizo el filme: Las tres muertes de Marisela Escobedo (2020).

Los cientos de miles de narrativas llenas de dolor, desesperación y miedo, vinculadas con los feminicidios y las desapariciones en todos sus tipos, que se materializan en México, día con día, son constantemente una bandera encendida, que se consume ante nuestros ojos, podemos cerrarlos, voltear hacia otro lado, pero su cotidianidad devastadora apremia para que reaccionemos y tomemos acción.

Nuestras y nuestros periodistas lo saben. Mientras que la tasa de impunidad mundial de los asesinatos de periodistas, del 86%, sigue siendo vergonzosamente alta, conforme lo señala la UNESCO. En México, el año pasado, por primera vez, en al menos tres décadas, de manera formal y pública, se registraron, 17 asesinatos de ellos y de ellas.

El reciente atentado al periodista Ciro Gómez Leyva, volvió a recordarnos el foco rojo que “simboliza” el gran peligro de ejercer dicha profesión en el país; y si bien Audrey Azoulay, que en la 41ª reunión de la Conferencia General de la UNESCO fue elegida como su Directora General, señaló en el último Aniversario del Plan de acción sobre la Seguridad de los Periodistas y la Cuestión de la Impunidad, que:

 

“No se puede proteger la Libertad de Expresión cuando hay un número tan asombroso de casos sin resolver. Esto tiene un efecto escalofriante en el periodismo de investigación, vital para la salud de cualquier democracia”. La enorme inquietud y los esfuerzos nacionales e internacionales en la materia, son insuficientes.

 

Como antecedente, entre 2006 y 2020, más de 1.200 periodistas fueron asesinados (as), y nueve de cada diez casos los asesinos (as) salen impunes, conforme lo señaló en 2022, el Observatorio de Periodistas asesinados de la UNESCO.

En suma, se proyecta un “Impuesto rosa” a “pagar” por parte de las mujeres periodistas, que son particularmente afectadas por amenazas y ataques vinculados a su profesión, en especial en los entornos digitales, como lo aseguró el Informe: “The Chilling: Tendencias mundiales de la violencia en línea contra mujeres periodistas” (2021).

En este sentido, el 73% de las mujeres periodistas que fueron encuestadas, señalaron que habían sido intimidadas, amenazadas e insultadas en línea, en relación a su trabajo. Dichos casos, tampoco se investigan de forma adecuada.

Graves violaciones a los Derechos Humanos son ligadas a la impunidad y potencializadas por la corrupción, que imperan en relación a estos crímenes y que como efecto transversal, muchas veces “silencian”.

El “Ruido”, sigue buscando amparo y queriendo impulsar el aseguramiento de los Derechos de Libertad de Expresión, Inviolabilidad de las Nuevas Tecnologías de la Información, a la Protesta Social, al Acceso a la Información, entre otros.

Ser periodista, parece ser altamente riesgoso, pero ser mujer y ser periodista, arroja una exposición mayor a ser blancos más “fáciles” o ¿atractivos?. Derivado de las consecuencias de esta sanción “rosa”, en el país, la Asociación Civil: Comunicación e información de la Mujer, A.C. (CIMAC):

 

Ha creado estrategias para la promoción y la defensa de espacios libres de todo tipo de violencia, con ello, para refrendar la formulación de mecanismos de protección integral feminista y favorecer el periodismo con perspectiva de género.

 

Se necesitan de más esfuerzos como este, para minimizar el riesgo, de ser una mujer periodista. Por cierto, CIMAC, documentó que el aumento de agresiones a mujeres periodistas fue de un 53% tan solo de 2019 a 2020, es decir, que cada 34 horas una periodista por realizar su labor informativa es agredida y no solo en los entornos virtuales.

Esto, sin olvidar que, del 2000 a la fecha, se han hecho públicos en México 157 casos de asesinatos a periodistas, sin embargo, de ellos, 12 fueron mujeres.

Por lo que, las decisiones y acciones gubernamentales y de los demás grupos de interés inmersos en el Combate a la Inseguridad de los (as) Periodistas, debieran de partir del objetivo de garantizar los Derechos Humanos de los y las mismas, sin que el género se considere un factor determinante.

También, ante el contexto dado, deberían de implementarse estrategias focalizadas con perspectiva de género, por ejemplo, en los escenarios digitales.

 

Wendell Holmes, dijo: “El ruido de un beso no es tan retumbante como el de un cañón, pero su eco dura mucho más”. Hagamos “Ruido”, como lo hizo, Felipe Cazals, como lo hace Natalia Beristáin o Heidi Ewing, esta última, con el documental: “En Peligro”, que aborda la Libertad de Expresión en México y LATAM. ¡Actuemos!